La situación de las víctimas de violencia doméstica se ve particularmente agravada por el distanciamiento social y el aislamiento durante los períodos de confinamiento. Las personas que viven con una pareja violenta y los niños con progenitores maltratadores están, por un lado, más expuestos al control coercitivo, la violencia y el abandono; por otro lado, su acceso al apoyo y la protección es más limitado.
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